lunes, 9 de mayo de 2011

El enfado

EL ENFADO

No me apetecía pensar en nada. Llevaba muchos días dándole vueltas a lo mismo y aún no había tomado una decisión. ¿Debería volver a llamarle?
Sí, sería lo mejor. Es uno de mis mejores amigos. Es Juan. Casi siempre estamos juntos, pero hace dos semanas él se enfadó conmigo.
Era un día soleado, y estábamos dando un paseo tranquilos. De repente, me entró un hambre terrible. Le dije que fuésemos a comer algo a un restaurante, ya él le pareció bien.
Fuimos al primero que encontramos. Al entrar, le dije que como era él quien tenía ganas de comer, iba a pagar la comida de los dos, y que no se preocupase. 

Empezamos a comer y al terminar el camarero nos trajo la cuenta. Entonces me di cuenta de que no tenía la cartera. No quedaba otro remedio, y tuvo que pagarla él. Juan se marchó enfadado del restaurante diciéndome que no quería que le hablase más.
No lo hice adrede, había salido deprisa de casa, y no me acordé de coger la cartera. A cualquiera le puede pasar.